Domingo de mañana. Un puñadito de corredores tricolores con muchas ganas y muy poco entrenamiento.
El tema era correr tranquilo, no matarse. Llegar era una hazaña. Yo repetía constantemente, "vamos a disfrutarla y no importan los puestos".
Lo importante era terminarla. ¿Dónde quedó todo eso? Si en la largada me había puesto adelante. Pensé y dije "vamos para el fondo". Y fui. "¿Por qué para el fondo? Si voy para el fondo salgo caminando. Bueno, me quedo en el medio." Empieza el conteo. "Diez, nueve, ocho,....." Ya estoy en la punta de la largada de nuevo. Así fue mi lucha con mi mente y mi cuerpo. Todo lo que había pensado tanto, y dicho a mis compañeros, quedó por el suelo cuando escuché "cero".
Fue de todo. Arena (te hundías hasta los tobillos), arena dura, agua. Mientras corría veía a algunos que hacían cuatro o cinco metros esquivando una cañadita de agua en la playa para no mojarse los championes. ¡Si supieran que iban a andar con el agua al cuello! (ja, ja).
Siguieron las grandes subidas. Y cuando se entró en el arboreto fue impresionante. Subidas interminables, piedras, barro, troncos, bajadas con piedras, hojas, ramas. Vi buenos corredores caminando que no podían más. Los cuádriceps parecía que iban a estallar. Por fin se ve la luz cuando se hacen los primeros nueve kms. y se sale a la ruta. Pero faltaba más. Kilómetros por el asfalto a pleno sol, interminables.
En un momento alguien me dice: "venís treinta". En el cruce del arroyo todos se trancan. Me dije: "treinta en la general"... Ahí me acordé que iba a correr tranquilo y por un segundo se me pasó por la cabeza si podría terminarla con el desgaste que tenía. Veo el arroyo. El arroyo?. Y por dónde se pasa? Veo los muchachos de la Salomon que me dicen de lejos "más despacio" con las manos. Tarde. Como venía me tiré al medio del arroyo. Menos mal que estaba la piola. Los que me conocen saben de mis habilidades en la natación. (espantoso) Cruzo el arroyo muy rápido. Volvemos a la ruta. Me daba vuelta el treinta en la cabeza. Veníamos llegando a la playa. Se veían camisetas rojas adelante y dije: "vamos un poco más". Llego a la arena, saco los championes y arranco de vuelta. Las medias mojadas y con arena. Paro de vuelta, saco las medias. Sigo corriendo. Tengo championes en las manos. Tengo las medias en la otra. Corro y corro. Veo las camisetas rojas más cerca. Vengo incómodo. Paso a dos corredores. Sigo y sigo. Cada vez más cerca los otros corredores. Sigo corriendo a gran velocidad y pasando gente. Tiro las medias. No aguantaba más. Cambié las medias por adelantar unos puestos más. Menos mal que no tiré los championes, como hice una vez. Trato de mirar el arco de la llegada. No estoy seguro si es o está más adelante. Ya no importa, porque no me para nadie. Sé que está cerca el fin. El fin. Sí es el arco. Está la gente. Los aplausos. Acá llega un tricolor. Mi llamada. Misión cumplida.
Nestor Guerra, capitán del equipo tricolor, edad 48 años, puesto en la general 21
Acá vemos a Maritza Giordano cruzando el arroyo sin largar su vasito de agua, pocos metros detrás viene Carlos Cirone